Después de un bonito día, nos acurrucamos junto a la chimenea y Juan sacó su guitarra.
No podíamos creer el lujo que estábamos viviendo: un auténtico recital sin nada que envidiar al de cualquier profesional de la canción (apenas nos atrevíamos a respirar).
No podíamos creer el lujo que estábamos viviendo: un auténtico recital sin nada que envidiar al de cualquier profesional de la canción (apenas nos atrevíamos a respirar).
Canciones íntimas, románticas... preciosas…
Carmela le acompañó en algunas canciones y sólo me sale decir que aquellos momentos nos parecieron sublimes.